Sistema Digestivo

Digiere la Palabra, vive la verdad: la iglesia sana se alimenta de Cristo.

Sistema Digestivo

Serie: Entendiendo al Cuerpo de Cristo

 

     Imagina que estás sentado a la mesa. Frente a ti hay un plato de alimento fresco, preparado con cuidado. Tomas un bocado, lo masticas y lo tragas. Pero si tu cuerpo no tuviera un sistema digestivo, ese alimento nunca se convertiría en energía, nunca llegaría a tus músculos ni fortalecería tu sangre. Sería solo un depósito inútil en tu interior.

Así ocurre con la Palabra de Dios en la vida de la iglesia. No basta con escucharla, repetirla o memorizarla. La Palabra necesita ser digerida, procesada y asimilada para convertirse en vida práctica. El sistema digestivo nos enseña que el alimento espiritual debe pasar por un proceso: recibirlo, descomponerlo, absorberlo y desechar lo que no sirve. Jesús lo dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). El pan físico sostiene el cuerpo, pero la Palabra sostiene el espíritu.

 

El hambre espiritual

El cuerpo siente hambre cuando necesita alimento. El creyente también debe sentir hambre espiritual. Una iglesia sin hambre por la Palabra está enferma o no es verdadera iglesia. Jesús declaró: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). El hambre espiritual es señal de vida; la indiferencia es señal de muerte. Cuando un creyente pierde ese apetito, es como un cuerpo que deja de comer: se debilita y se apaga hasta morir.

 

Ingestión: recibir la Palabra

El primer paso del sistema digestivo es la ingestión: recibir el alimento. Así, el creyente debe recibir la Palabra cada día. No basta con escuchar un sermón el domingo y pasar la semana sin alimento. La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Cada lectura, cada predicación, cada meditación es un bocado espiritual que fortalece al cuerpo de Cristo. Escuchar la Palabra es comer; obedecerla es digerir.

 

Digestión: procesar la Palabra

El alimento no se aprovecha tal cual entra; debe ser descompuesto y transformado en nutrientes. De igual manera, la Palabra necesita ser meditada, reflexionada y entendida. Los Bereanos son ejemplo de esto: “Escudriñaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Ellos no se conformaban con escuchar; procesaban la Palabra hasta comprenderla. La digestión espiritual es la meditación: sin ella, la Palabra no se convierte en vida.

 

Absorción: asimilar la Palabra

El intestino absorbe los nutrientes y los distribuye por todo el cuerpo. Así, la Palabra debe ser absorbida en el corazón y manifestarse en la vida diaria. Jesús enseñó: “El que oye estas palabras mías y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24). No basta con oír; hay que hacer. La Palabra debe convertirse en perdón, servicio y amor. No se memoriza, se absorbe y se practica.

 

Eliminación: desechar lo que no edifica

El sistema digestivo también elimina lo que no sirve. En la vida espiritual, es necesario desechar doctrinas falsas, tradiciones humanas y pensamientos que no edifican. Pablo exhorta: “Despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y vestíos del nuevo hombre” (Efesios 4:22-24). No todo lo que escuchamos es alimento; debemos discernir y desechar lo que no proviene de Cristo. Sin intestino, el cuerpo se llenaría de basura; sin discernimiento espiritual, ocurriría lo mismo.

 

El peligro de la indigestión espiritual

Cuando el cuerpo no digiere bien, se enferma. Lo mismo ocurre cuando la iglesia recibe Palabra sin procesarla. Muchos creyentes acumulan conocimiento, pero no lo aplican. Se vuelven críticos, orgullosos o estancados. Pablo lo advirtió: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1). La indigestión espiritual es saber mucho y vivir poco.

 

El alimento adulterado

Así como un alimento contaminado enferma el cuerpo, una doctrina adulterada enferma la iglesia. Pablo fue contundente: “Si alguno os predica un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:8). La iglesia debe asegurarse de que su alimento espiritual sea puro: la Palabra de Cristo, no tradiciones humanas. No puede alimentarse de doctrinas contaminadas. Por eso es necesario cuestionar lo aprendido, partiendo de lo recibido en los primeros días de fe.

Imagina un niño que recibe un pan en sus manos. Si solo lo mira, nunca se alimentará. Si lo muerde pero no lo traga, tampoco. Si lo traga pero su cuerpo no lo digiere, se enfermará. Solo cuando el pan es procesado y convertido en energía, el niño crece fuerte. Así es la iglesia. La Palabra no fue dada para ser admirada como un libro en la repisa ni para ser repetida mecánicamente. Fue dada para ser digerida, absorbida y convertida en vida. “Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22).

 

Preguntas para la vida espiritual

¿Qué Palabra has escuchado esta semana y cómo la has aplicado?

¿Sabes cómo desechar enseñanzas que no edifican y retener lo que es puro?

Estas preguntas confrontan la realidad de cada creyente y de cada iglesia. El sistema digestivo nos recuerda que el alimento no basta con recibirlo: debe ser procesado, asimilado y convertido en energía. Así también la Palabra de Dios. Una iglesia que digiere bien la Palabra es una iglesia fuerte, sana y capaz de transformar el mundo.

El sistema digestivo es vital para el cuerpo humano, y su metáfora es vital para la iglesia. El hambre espiritual es señal de vida, la ingestión es recibir la Palabra, la digestión es meditarla, la absorción es practicarla y la eliminación es desechar lo que no edifica. El peligro de la indigestión espiritual y del alimento adulterado nos recuerda que no basta con acumular conocimiento ni aceptar cualquier enseñanza. La Palabra debe ser pura, procesada y aplicada.

La iglesia que digiere bien la Palabra se convierte en un cuerpo fuerte, capaz de vivir en amor, perdón y servicio. “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Corintios 12:27).

Bendiciones a todos …

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit. Ut elit tellus, luctus nec ullamcorper mattis, pulvinar dapibus leo.

Enseñanzas Recientes

También puede leer algunas de nuestras otras enseñanzas.

Contacto

Ministerios de La Gracia – Todos los Derechos Reservados.