Las Estrellas solo Brillan en la Oscuridad

Asumamos nuestra responsabilidad resplandeciendo sin cesar en la noche hasta fundirnos con el día.

      Las escrituras declaran que ”los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1). La naturaleza no solo refleja la majestad del Creador, sino que también enseña principios espirituales fundamentales. Uno de ellos es la interrelación entre la luz y la oscuridad, simbolizada en las estrellas. Estas, aunque invisibles de día, no dejan de existir; su brillo se revela cuando el sol se oculta. Este diseño divino ilustra una verdad profunda: Dios ha establecido tiempos y roles específicos para cada elemento de su creación, incluyendo al ser humano y a su Iglesia.

Las estrellas existen aunque no brillen de día. Esta frase plantea que “aunque las estrellas no brillen de día no significa que no existan”. Este principio se alinea con la enseñanza bíblica de que la ausencia temporal de visibilidad no niega la realidad de lo creado. Dios mismo, al establecer los luminares en el Génesis, “puso las estrellas en la bóveda celeste para alumbrar la tierra” (Génesis 1:17). Aunque durante el día su luz quede oculta por el sol, su función no se anula.

“Él determina el número de las estrellas; a todas ellas las llama por su nombre” (Salmo 147:4).

“Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve” (Hebreos 11:3).

Así como las estrellas cumplen su rol en la noche, los creyentes están llamados a brillar “como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15), incluso cuando su labor parezca invisible para otros.

El Eclesiastés afirma: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1). El sol, la luna y las estrellas operan en ciclos establecidos por Dios (Salmo 104:19). Si el sol se negara a salir, como se plantea en el texto, violaría el pacto divino: “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche” (Génesis 8:22).

La desobediencia a los tiempos de Dios trae caos. En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Israel ignoró los tiempos de reposo (Éxodo 20:8-11), sufrió sequías y exilio (2 Crónicas 36:21). De igual forma, la Iglesia no puede abandonar su misión sin generar consecuencias.

La Iglesia como “luz del mundo”, es un llamado a brillar en la noche, aunque todo parezca difícil y lleno de aflicciones, nuestra responsabilidad es brillar.

Jesús declaró: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14-16). La metáfora de las estrellas en la noche aplica aquí: la Iglesia está llamada a iluminar las tinieblas espirituales y morales en cada generación hasta que todos los enemigos de Cristo estén postrados a sus pies.

La escritura advierte sobre creyentes que, en lugar de cumplir su rol, prefieren “irse con el sol en el día”. Esto refleja la advertencia de Jesús a Laodicea: “Ojalá fueras frío o caliente… pero por cuanto eres tibio, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:15-16). Un médico que no sana o un escritor que no escribe son comparables a una Iglesia que no gobierna.

Dios otorgó autoridad a su pueblo: “Sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa… para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9). La Iglesia no es espectadora del caos; es “columna y fundamento de la verdad” (1 Timoteo 3:15).

El engaño del “aún no es tiempo”, es la trampa caza bobos de los dos últimos siglos.

Muchos enseñan que el gobierno de la Iglesia solo ocurrirá en lo que ellos entienden por “Milenio”, pero la escritura afirma que “a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12), y ¿cómo se les llama a los hijos del Rey?. Jesús ya nos hizo “reyes y sacerdotes” (Apocalipsis 1:6), y delegó autoridad: “Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos” (Mateo 28:18-19).

Cuando Israel dudó en conquistar Canaán (Números 13-14), solo Caleb y Josué entendieron que era el tiempo de Dios. Hoy, muchos posponen su llamado, pero Pablo advierte: “Ahora es el tiempo aceptable; ahora es el día de salvación” (2 Corintios 6:2).

Aunque muchos se apartan, Dios siempre preserva un remanente: “Yo he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla ante Baal” (Romanos 11:4). El texto original agradece a quienes “no se dejaron engañar por doctrinas de hombres”, recordando la exhortación de Judas: “Contended ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 1:3).

Nehemías reconstruyó los muros de Jerusalén pese a la oposición (Nehemías 4-6).

Esther asumió su rol para salvar a su pueblo (Esther 4:14).

Pablo no se avergonzó del evangelio (Romanos 1:16).

La iglesia está llamada a brillar en la noche (Cosa mía 7:7)

Las estrellas brillan en la oscuridad porque fueron diseñadas para ello. Del mismo modo, la Iglesia existe para gobernar en la tierra con la autoridad de Cristo. Ignorar este llamado es como “la sal que pierde su sabor” (Mateo 5:13). La restauración comienza cuando:

1. Reconocemos nuestro tiempo: “Conoce, pues, el Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto” (1 Crónicas 28:9).

2. Actuamos con fe: “La fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26).

3. Confiamos en el Espíritu Santo: “Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros” (Hechos 1:8).

Dios no abandonará su obra: “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).

Que la Iglesia, como las estrellas, brille con fuerza y dominio sobre la noche, recordando que “la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:5).

“Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.” (1 Corintios 15:41). Cada creyente tiene un brillo único, pero todos unidos estamos llamados a alumbrar en el tiempo de Dios, y ese tiempo llegó con aquel que selló la profecía y estableció la justicia perdurable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Enseñanzas Recientes

También puede leer algunas de nuestras otras enseñanzas.

Contacto

Ministerios de La Gracia – Todos los Derechos Reservados.