Anticípate

La verdadera fe se forja en las mentes que con discernimiento se anticipan a lo que viene...

     Un campesino caminaba cada mañana hacia su parcela. Sus vecinos lo miraban con burla porque sembraba semillas en un terreno seco, donde aún no había llegado la lluvia. “¿Por qué trabajas en tierra muerta?”, le decían. Él respondía: “No siembro en lo que veo, siembro en lo que sé que viene”. Pasaron semanas, y cuando las primeras lluvias tocaron la tierra, su parcela fue la única que reverdeció. Los demás corrieron a sembrar, pero ya era tarde: la cosecha del campesino estaba asegurada.

Esa es la fuerza de la anticipación: actuar hoy como si el mañana ya estuviera presente. No esperar sentado, sino caminar adelantado a lo que Dios ha prometido. La religión ama la rutina, pero la fe verdadera se atreve a vivir en la dimensión del futuro.

La rutina religiosa vs. la anticipación

La religión enseña a esperar pasivamente: “cuando Dios quiera, Él lo hará”. Pero la Escritura muestra otra dinámica: la fe no es resignación, es movimiento. La rutina religiosa se conforma con repetir lo que ya fue, pero la anticipación abre la puerta de lo que aún no existe.

El profeta Habacuc lo expresó así:

> “Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella.

3 Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.” (Habacuc 2:2-3).

Estos versículos suelen citarse como paciencia, pero su contexto es más radical: Habacuc recibe una visión que aún no se cumple, y se le ordena escribirla para que corra el que la lea. Es decir, la visión no es para quedarse quieto, sino para movilizar. La anticipación convierte la espera en carrera.

Anticipación como dimensión profética

La fe no describe lo que ve, sino lo que anticipa. El profeta no es un comentarista del presente, es un sembrador del futuro.

Un texto poco usado que revela esto está en Isaías:

> “He aquí, las cosas primeras vinieron, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré saber” (Isaías 42:9).

Aquí Dios no solo recuerda lo pasado, sino que anuncia lo que aún no existe. La anticipación es la capacidad de vivir en lo que todavía no ha salido a la luz. La religión se aferra a lo que ya sucedió; la fe profética se adelanta a lo que está por suceder.

La verdadera fe se forja en las mentes que con discernimiento se anticipan a lo que viene.

Un evento bíblico como modelo: Josué y el cruce del Jordán

Cuando Israel llegó al Jordán, el río estaba crecido. La lógica religiosa habría dicho: “esperemos que baje el nivel del agua”. Pero Dios ordenó algo distinto: que los sacerdotes cargaran el arca y caminaran hacia el río.

El texto dice:

> “Y aconteció que cuando los que llevaban el arca llegaron al Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados en la orilla del agua… las aguas se dividieron” (Josué 3:15-16).

Este detalle es clave: el milagro no ocurrió antes de mojarse los pies, sino después. La anticipación se manifestó en caminar hacia lo imposible como si ya estuviera abierto. La rutina habría esperado condiciones favorables; la fe anticipó el futuro y lo activó.

Versículos que revelan la anticipación

1. Eclesiastés 11:4

   > “El que observa el viento no sembrará; y el que mira las nubes no segará.”

   Este texto confronta la pasividad: quien espera condiciones perfectas nunca actúa. La anticipación siembra aunque el viento sea contrario.

2. Hebreos 11:7

   > “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca…”

   Noé anticipó un futuro invisible. La religión habría dicho: “no hay señales de lluvia”. La fe construyó un arca antes de que existiera la tormenta.

3. Jeremías 33:3

   > “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”

   Este versículo revela que Dios no solo responde, sino que muestra lo oculto, lo que aún no se ve. La anticipación es recibir revelación de lo invisible.

Imagina a los sacerdotes frente al Jordán. El pueblo detrás, murmurando: “¿Qué hacen? El río está crecido, es imposible cruzar”. La religión siempre murmura contra lo que se adelanta. Pero los pies mojados fueron la señal de que la anticipación estaba activada.

La fe no espera que el río baje, la fe camina hacia el río como si ya estuviera abierto. Esa es la diferencia entre rutina y anticipación. La rutina dice: “esperemos condiciones favorables”. La anticipación dice: “actuemos como si ya estuviera hecho”.

El campesino de nuestra historia inicial sembró en tierra seca porque sabía que la lluvia vendría. Los sacerdotes caminaron hacia el río porque sabían que Dios abriría las aguas. Ambos vivieron adelantados al futuro.

Anticipación como juicio contra la pasividad

La rutina religiosa es cómoda: repetir oraciones, cantar himnos, esperar que Dios haga algo. Pero la anticipación es incómoda: te obliga a moverte antes de ver resultados.

Jesús mismo lo enseñó en Juan 4:35:

> “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.”

Aquí Jesús confronta la rutina de esperar tiempos naturales. Él declara que los campos ya están listos, aunque aún faltaban meses. Esa es anticipación: ver cosecha donde otros ven espera.

Anticipate…

– Anticipar es escribir la visión: como Habacuc, plasmar lo que Dios mostró para que otros corran.

– Anticipar es mojarse los pies: como los sacerdotes, caminar hacia lo imposible.

– Anticipar es sembrar en tierra seca: como el campesino, actuar antes de ver condiciones favorables.

– Anticipar es construir el arca: como Noé, preparar para lo que aún no existe.

La anticipación no es un lujo, es una urgencia. El que vive en rutina se queda atrapado en lo que ya fue. El que vive en anticipación abre caminos hacia lo que será.

Hoy Dios busca gente que se atreva a mojarse los pies, a sembrar en tierra seca, a construir arcas en medio de cielos despejados. La religión estanca, pero la fe anticipa.

La anticipación une dos dimensiones: confronta la rutina religiosa y abre la dimensión profética del futuro. No es esperar sentado, es correr hacia lo invisible. No es repetir lo viejo, es activar lo nuevo.

El campesino que sembró en tierra seca, los sacerdotes que caminaron hacia el Jordán, Noé que construyó el arca, Habacuc que escribió la visión, Isaías que anunció lo nuevo: todos vivieron adelantados en el futuro de Dios.

La pregunta es: ¿vivirás atrapado en la rutina, o te atreverás a anticipar lo que aún no existe?

⚠️ Advertencia final:

La anticipación es visión sostenida por la fe, que avanza con certeza hacia lo prometido. La ansiedad es vacío disfrazado de urgencia, que desgasta, confunde y paraliza.

Confundirlas es abrir la puerta al colapso: la ansiedad despoja la paz, convierte las emociones en árbitros de la decisión y distorsiona la ruta, desviando el propósito que la fe ya había asegurado.

Bendiciones a todos …

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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