Lo que mueve a todo hombre y mujer es la necesidad, y cuando una necesidad es satisfecha, se entra en una etapa de seguridad o reposo hasta que una nueva necesidad surge.
El evangelio de la religión, la que los gobiernos de los hombres enseñan, tiene como centro doctrinal o eje fundamental la salvación. Ésta la presentan como una necesidad, el anzuelo para captar la atención de los peces en el mar.
Las religiones, creadas por el hombre, actúan como barreras que impiden a muchos ver más allá de lo inmediato. Funcionan como rompeolas artificiales, amortiguando el impacto de las poderosas corrientes del Espíritu de Dios. No son un diseño divino, sino una construcción humana que busca contener el poder transformador del Evangelio del Reino. Sin embargo, la Escritura nos llama a una fe viva y sin ataduras religiosas: “Si, pues, el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36). La verdadera libertad no se encuentra en sistemas religiosos, sino en el Reino de Dios, donde la gracia y la verdad fluyen sin restricciones.
La verdadera libertad pasa por asumir la responsabilidad y el costo de mantenerla. El Reino es sobrenatural, y todo lo sobrenatural se arrebata.
Las religiones cristianas dirigidas por políticas ajenas a Dios buscan someter a la verdadera iglesia. Nos enseñan que debemos buscar a Cristo para alcanzar la salvación, generando una aparente necesidad de acción. Sin embargo, luego afirman que la salvación es un regalo de gracia, ya concedido a quienes creen. En otras palabras, te crean la necesidad y te la satisfacen al mismo tiempo. Allí radica la trampa.
La iglesia de Cristo no es religión, es la mayor fuerza política de autoridad y poder sobre la tierra.
¿Cuál es la verdad en todo esto?
Cristo es el salvador, Él es quién salva. El capítulo de la salvación se cerró, Cristo lo selló, nosotros los hombres no podemos hacer nada mas. Recuerda: La salvación es por gracia, es una verdad. Salvados de la muerte eterna, ahora tenemos amistad y comunión con Dios en Cristo.
¿Dónde está la clave para salir del engaño?
Si nuestra necesidad de ser salvos ya está satisfecha, entonces, no es de extrañar que la iglesia de Cristo entre en un estado de comodidad y reposo. Por si fuera poco, la religión enseña que debemos guardar la salvación ya que Cristo “viene pronto” y nos va a llevar a un sitio llamado cielo. Una afirmación completamente descontextualizada.
Las religiones crean una necesidad, la satisfacen y luego te mantienen en un estado de espera indefinida. Todo con un propósito: desviar tu atención del gobierno al que estás llamado a ejercer. Lo más terrible es que los gobiernos de los hombres sin Dios usan las escrituras tomando versículos y sacándolos de contexto, para justificar las ideas que tienen ese objetivo y así lograr la dominación de la iglesia.
El hombre del Reino se aparta de las religiones y asume su llamado político como embajador del Reino en la tierra. Con el título de rey y sacerdote, su misión es traer e implantar la cultura del Reino en la nación donde ha sido plantado, o hasta donde alcance su influencia ministerial.
Los gobiernos de la tierra generan independencia de Dios, fomentan el egoísmo entre los hombres y adormecen a la iglesia a través de las religiones. Estos gobiernos no tienen ningún interés en que la iglesia despierte con fuerza y se ponga a hacer efectivamente la obra para la cuál fue ungida, dando buenas nuevas a los pobres; sanar a los quebrantados de corazón; pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos; poner en libertad a los oprimidos; predicar el año agradable del Señor (Lc 4:18-19). Este es el Evangelio del Reino en acción que Cristo predicó con su ejemplo de vida, el verdadero y único evangelio transformador, capaz de trastornar los gobiernos de los hombres para sujetarlos al gobierno de Dios.
Los políticos del mundo venden soluciones que no solucionan, los políticos del Reino renuevan la tierra. Continuemos juntos la restauración del paraíso que Dios y su Cristo nos dejaron por herencia.