La Biblia en 435 palabras

Una extraordinaria y breve forma de entender la Biblia...

En el principio, cuando los cielos y la tierra fueron formados, Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había creado. Lo hizo a su imagen y semejanza, como árbol de justicia, para que arraigara en su verdad y extendiera Su gloria sobre la faz de la tierra.

Mas la serpiente, astuta sobre todas las bestias del campo, engañó a la mujer, y le dijo: «Seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal». Y he aquí que el pecado entró en el mundo, y la tierra, que debía ser llena de justicia, fue cubierta de espinos y abrojos.

Pero Jehová, en Su amor eterno, trazó un camino de redención. Envió a Su Hijo, como cordero sin mancha, para derramar Su sangre en el nuevo pacto, a fin de traer a los hijos de Adán de vuelta al propósito divino. Porque escrito está: «Jehová de los ejércitos os llama a ser árboles de justicia, plantío de Jehová para gloria suya».

La cruz, cual árbol de vida, fue erguida en el Calvario, y allí Cristo llevó el peso de nuestra transgresión. Con Su muerte deshizo el acta de los decretos que nos era contraria, y con Su resurrección abrió el camino al huerto perdido.

Así como Adán fue expulsado del Edén por el pecado, ahora por la gracia hemos sido hechos partícipes de la restauración. Nos llama el Señor a volver al huerto, a cultivar el reino de los cielos en la tierra, para que toda nación vea Su justicia.

Porque estamos en los días en que el huerto es extendido, y la tierra está siendo llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar, y el Señor mismo mora entre los hombres. Estamos en los días donde el que está en Cristo no vive en llanto, ni en dolor, ni como muerto, porque vemos el propósito divino cumplirse delante de nuestros ojos.

«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias»

Estamos viviendo en los días donde los niños no mueren de pocos días, y los hombres llegan a su vejez; estamos en los días donde los niños morirán de cien años, y los pecadores de cien años causarán maldición. Vivimos en los días donde edificamos nuestras propias casas, para morar en ellas; plantamos viñas, y comemos del fruto de ellas. No edificamos para que otro habite, ni plantamos para que otro coma; nuestros días son largos como los días de los árboles, y los escogidos disfrutan de la obra de sus manos. Estamos en los días donde nuestro trabajo no es en vano, ni damos a luz para maldición; porque somos linaje de los benditos de Jehová, sus descendientes, que cuando clamamos, Él nos oye y responde.

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