Diseño

No eres el resultado del capricho de un Big Bang. Eres el resultado de la mente perfecta de Dios, para ser el cuerpo de su hijo en esta tierra.

     Todo diseño nace para satisfacer una necesidad. En ingeniería, arquitectura, arte o estrategia, diseñar implica pensar, estructurar y ejecutar con un propósito claro. En el Reino de Dios, el diseño no es una improvisación ni una estética vacía: es una manifestación de intención divina. Dios no crea por capricho, sino por propósito. Cada criatura, cada estructura, cada tiempo tiene un diseño que responde a una necesidad espiritual, territorial o generacional.

Efesios 2:10 lo afirma con contundencia: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

El diseño no es solo forma, es función. No es solo existencia, es destino. Y cuando el diseño no cumple su propósito, algo se fractura en el orden divino.

 

¿Qué ocurre cuando un diseño no cumple su propósito?

Cuando un diseño falla, no es simplemente un error técnico: es una desviación del propósito original. Hay cuatro causas principales que explican esta falla:

 

1. El diseño no fue correcto

Aquí nos referimos a la posibilidad que Dios se haya equivocado en el diseño del hombre. Y si partimos que Dios es perfecto, entonces esta opción queda descartada por defecto.

 

2. El diseño se desvió de su propósito

Aquí el diseño fue correcto, pero se corrompió en el camino. El propósito se diluyó por influencia externa, por presión cultural o por desobediencia interna. Es el caso de Saúl, quien fue ungido con un diseño real, pero se desvió por temor al pueblo y por impaciencia. El diseño fue legítimo, pero el propósito fue traicionado.

 

3. El diseño no se utilizó

Hay diseños que permanecen intactos, pero nunca se activan. Son talentos enterrados, llamados ignorados, estrategias archivadas. El diseño está, pero no se usa. Es el siervo que enterró su talento por miedo. El diseño estaba en sus manos, pero no lo movilizó. Resultado: juicio por omisión.

 

4. El diseño se cree libre de hacer lo que quiera

Este es el diseño que se rebela. Cree que su forma le da derecho a definir su función. Es el diseño que se independiza del Diseñador. Es oponerse a Dios, es intentar rediseñarse así mismo para alcanzar otro propósito. Es el hombre moderno que dice: “yo decido mi identidad, mi propósito, mi verdad”. Es el diseño que se autoproclama libre, pero termina esclavo de su propia distorsión.

 

El primer Adán: un diseño que no cumplió su propósito

Adán fue el primer diseño humano. Formado del polvo, soplado por el aliento divino, colocado en un entorno perfecto, con instrucciones claras. Su propósito era gobernar, fructificar, multiplicarse y preservar el diseño del Edén. Pero Adán falló. No porque el diseño fuera defectuoso, sino porque se desvió del propósito.

Adán representa al hombre que, teniendo todo para cumplir, decide escuchar otra voz. El diseño fue correcto, pero se corrompió por desobediencia. El resultado fue la caída, la pérdida del gobierno, la expulsión del entorno diseñado y la activación de un ciclo de muerte, la paga por no cumplir el diseño.

Adán no fue un error de Dios. Fue una muestra de que el diseño, aunque perfecto, requiere obediencia para cumplir su propósito. El diseño sin la guía del diseñador se convierte en distorsión.

 

El postrer Adán: el diseño que cumplió su propósito a plenitud

Jesús es llamado el postrer Adán (1 Corintios 15:45). No porque sea una copia, sino porque es el cumplimiento del diseño original. Donde el primer Adán falló, el postrer Adán venció. Jesús no solo fue diseñado, sino que vivió en perfecta alineación con el propósito del Padre.

Filipenses 2:6-8 lo describe: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo… y se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte.” Jesús es el diseño que no se desvió, que no se corrompió, que no se rebeló. Es el diseño que se activó, se sostuvo y se consumó.

Jesús nos mostró que el diseño no es solo forma divina, sino obediencia radical aprendida, que es la llave que forma el amor de Dios en nosotros. Él no vino a improvisar, vino a cumplir. Cada paso, cada palabra, cada milagro fue parte de un diseño profético que respondía a una necesidad eterna: redimir al hombre y restaurar el propósito original, el Edén original.

 

El camino del cumplimiento: ¿cómo activamos nuestro diseño?

Jesús no solo cumplió el diseño: nos mostró cómo hacerlo. Su vida es un mapa, una estrategia, un programa de reinstalación. Para cumplir nuestro diseño, debemos seguir su modelo:

 

1. Identidad clara

Jesús sabía quién era. Desde su bautismo, el Padre lo afirmó: “Este es mi Hijo amado.” La identidad es el cimiento del diseño. Sin identidad, el diseño se contamina. Muchos fallan porque buscan propósito sin saber quiénes son. En Cristo, nuestra identidad es restaurada: somos hijos, herederos, embajadores.

 

2. Intimidad con el Diseñador

Jesús oraba constantemente. No por religión, sino por alineación. El diseño se sostiene en la intimidad. Cada decisión de Jesús fue precedida por oración. El diseño no se activa por impulso, sino por comunión.

 

3. Obediencia estratégica

Jesús no hizo lo que quiso, hizo lo que vio al Padre hacer. Su obediencia fue estratégica, no emocional. Cumplió profecías, activó tiempos, confrontó estructuras. El diseño se cumple cuando obedecemos más allá de nuestra comodidad.

 

4. Resistencia a la distorsión

Jesús fue tentado, presionado, traicionado. Pero nunca se desvió. El diseño se prueba en el desierto, en el Getsemaní, en la cruz, para demostrar su nobleza perfecta. Cumplir el diseño implica resistir la tentación de rediseñarse para agradar al sistema del mundo.

 

¿Cómo activamos esta enseñanza?

Esta enseñanza no es solo teológica, es territorial. En nuestras comunidades, iglesias y naciones hay diseños dormidos, desviados o distorsionados. Como líderes, debemos:

– Identificar qué diseños están operando fuera de propósito. ¿Hay ministerios que se desviaron? ¿Hay llamados que no se activaron? ¿Hay estructuras que se rediseñaron para agradar al hombre?

– Volver al plano. Como Nehemías, revisar los muros, identificar las grietas y restaurar según el diseño divino. Esto implica confrontar el diseño humano (ego), la tradición, la costumbre, la religiosidad, el legalismo y el emocionalismo.

– Enseñar a las nuevas generaciones que el diseño no es una opción, es una asignación. Formar en identidad, intimidad, obediencia y resistencia.

– No se gobierna desde la improvisación, sino desde el diseño. Cada territorio tiene un diseño espiritual, cultural y económico. Como José, debemos interpretar los sueños del territorio y diseñar estrategias que respondan a la necesidad del Padre.

Esta enseñanza confronta la idea de que “Dios hará todo” sin nuestra participación. El diseño requiere activación humana. Jesús cumplió su diseño porque se encarnó, obedeció, resistió y consumó. No escapó, enfrentó. No evadió, se entregó. No enterró, reveló.

Las doctrinas que promueven, pasividad, evasión o romanticismo espiritual son diseños distorsionados. El Reino no se manifiesta por espera, sino por cumplimiento. El diseño se activa con acción, no con miedos disfrazados de esperanzas y profecías futuras sacadas de contexto.

 

Declara: “Yo soy el diseño reinstalado por Cristo”

Declara con autoridad: “Fui diseñado para responder a una necesidad eterna. No fui creado para desviarme, para esconderme ni para rediseñarme según el sistema vencido del mundo. Soy diseño activado, alineado y obediente. Como el postrer Adán, cumplo mi propósito a plenitud. Mi vida no es una improvisación, es una estrategia divina. Me levanto como diseño territorial, como respuesta profética, como manifestación del Reino. ¡Yo soy diseño de Dios!”

Bendiciones a todos ..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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