Imagina por un momento que tienes sed. Una sed profunda, abrasadora, de esas que secan la garganta y hacen que todo tu cuerpo anhele una gota de agua. No un sorbo, no una excusa de humedad, sino un torrente que sacie cada célula de tu ser. Así es como espero que sientas al leer esta enseñanza: una sed insaciable por descubrir las verdades que transformarán tu vida. Porque hoy no vamos a hablar de conceptos religiosos aburridos; vamos a desenterrar una verdad tan potente que te hará cuestionar todo lo que creías saber sobre tu propósito.
Nos han enseñado muchas cosas, y algunas de ellas nos han mantenido pequeños, limitados. Hoy, vamos a dinamitar esas limitaciones y a revelar la grandeza que Dios ha depositado en cada uno de nosotros. ¿Estás listo para beber de esta fuente de revelación? Porque te aseguro que, al final, no solo habrás saciado tu sed, sino que habrás descubierto un manantial inagotable dentro de ti.
Permíteme iniciar con una pregunta que podría parecer sencilla, pero que encierra una verdad profunda: ¿Eres una oveja o eres un Real Sacerdocio?
La Oveja Depende del Pastor de Turno, el Real Sacerdocio Depende de Dios
Pensemos en la imagen de una oveja. Es un animal dócil, que sigue al rebaño, que espera que su pastor la guíe a los pastos verdes. Su vida está intrínsecamente ligada a la dirección y provisión de un pastor externo. Si el pastor no la mueve, se queda inmóvil. Si el pastor no la alimenta, se debilita. Su dependencia es total y constante de una figura humana.
Ahora, miremos al Real Sacerdocio. Su dependencia no está en un hombre, por muy ungido o sabio que sea. Su dependencia está directamente en Dios. No busca que otro le diga qué hacer, sino que su oído está sintonizado con la voz del Padre celestial. Es una relación íntima, directa, cuyo único intermediario es Cristo, porque Él es el lugar de encuentro con nuestro Padre.
¿Qué nos dice la Biblia al respecto? En 1 Pedro 2:9 leemos: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” Nota bien, dice “real sacerdocio”, no “oveja” esperando a que alguien más le diga qué hacer. Tu identidad es la de un rey y sacerdote con acceso directo al Rey de reyes.
Muchos vivimos como ovejas, esperando instrucciones, esperando que alguien nos pastoree, nos diga qué leer, qué orar, dónde servir. Y no está mal tener pastores y líderes, ¡son un regalo de Dios! Pero nuestra dependencia fundamental debe ser de Él. ¿Estás esperando que un líder te diga qué hacer con tu vida, o estás buscando la dirección divina? La diferencia es tremenda, un pastor no te hace vivir, pero el Espíritu de Dios si lo puede hacer.
La Oveja Requiere que la Lleven a Pastar, el Real Sacerdocio Conoce el Camino del Árbol de la Vida y come de Su Fruto
Una oveja no sabe buscar su propio alimento. Necesita ser conducida a los pastos. Si la dejas sola en un lugar árido, perecerá. No tiene la capacidad innata de discernir dónde está la provisión. Su supervivencia depende de que la lleven a su sustento.
El Real Sacerdocio, en contraste, conoce el camino del Árbol de la Vida. Sabe dónde está la fuente de nutrición espiritual. No espera que lo lleven; busca, indaga, explora las profundidades de la Palabra y la presencia de Dios. Se alimenta por sí mismo porque la palabra, su alimento, fue puesto en él por el nuevo pacto, y no solo eso, sino que conoce el sabor y la vitalidad del fruto de vida eterna.
Salmos 1:2-3 nos lo muestra con claridad: “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.”
No es llevado, ¡es plantado!, dirige sus raíces hacia el agua viva, dónde está el alimento espiritual. ¿Eres alguien que espera que te sirvan la Palabra, o eres un buscador apasionado que se sumerge en ella para alimentarse?.
La Oveja se Distrae Fácilmente, el Real Sacerdocio Mantiene su Enfoque en el Reino
¿Has visto alguna vez una oveja? Es un animal que se distrae con facilidad. Un ruido, una mariposa, una pequeña ramita, y su atención se desvía del rebaño y del pastor. Si no está bajo constante supervisión, puede perderse fácilmente por cualquier distracción.
El Real Sacerdocio tiene un enfoque inquebrantable en el Reino de Dios. Su mirada está puesta en lo eterno, en el propósito divino, en la voluntad del Padre. Las distracciones del mundo, las opiniones ajenas, los problemas pasajeros no logran desviar su atención de lo verdaderamente importante. Su visión está anclada en el corazón de Dios.
Jesús lo dijo en Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
¿Dónde está tu enfoque hoy? ¿En las redes sociales, en las noticias, en los chismes, o en la expansión del Reino de Dios en tu vida y en el mundo? Un rey y sacerdote no se permite el lujo de la distracción, porque sabe que su labor es dar la vida espiritual que recibió.
La Oveja Dice Excusas, el Real Sacerdocio Actúa
La oveja, ante una situación que requiere esfuerzo o movimiento, podría permanecer inmóvil, esperando que alguien más la empuje o la guíe. No toma la iniciativa, no se aventura, no se arriesga. Su naturaleza es pasiva y reactiva.
El Real Sacerdocio, por otro lado, es un actor. No se detiene en las excusas, en el “no puedo”, “no sé”, “es demasiado difícil”. Entiende que Dios le ha dado autoridad y capacidad para obrar. Cuando ve una necesidad, cuando recibe una dirección divina, actúa con valentía y determinación, confiando en el poder que reside en él.
Mira lo que dice Santiago 1:22: “Pero sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” Las excusas son una forma de engaño. ¿Eres de los que siempre tienen una razón para no hacer, o de los que encuentran una manera de hacer conforme a la justicia de Dios.
La Oveja se Puede Perder, el Real Sacerdocio se Planta Donde Debe Estar
Una oveja, por su naturaleza distraída y dependiente, es propensa a extraviarse. Si se aleja del rebaño y del pastor, el peligro la acecha y su destino es incierto. Su estabilidad y seguridad dependen de permanecer cerca del grupo y bajo la vigilancia de su líder.
El Real Sacerdocio no se pierde. No es errante ni indeciso. Se planta firmemente donde Dios lo ha puesto. Conoce su posición, su llamado, su propósito. Es como un árbol de raíces profundas que no es movido por cualquier viento de doctrina o circunstancia. Su estabilidad no depende de la opinión de otros, sino de su anclaje en la voluntad de Dios.
Colosenses 2:6-7 nos lo recuerda: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, así andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.” ¿Te sientes a la deriva, sin un lugar fijo, o te has plantado firmemente en tu identidad y propósito en Cristo?
La Oveja Busca que le Sirvan y se Sirve a Sí Misma, el Real Sacerdocio Sirve a los Demás
La oveja, al ser un animal que depende de la provisión externa, tiende a esperar que otros la sirvan: que la alimenten, que la cuiden, que la protejan. Su enfoque natural es recibir.
El Real Sacerdocio invierte esta mentalidad. Su corazón no está centrado en lo que puede recibir, sino en lo que puede dar. Su identidad es la de un siervo, alguien que ha sido llamado a ministrar a otros, a edificar, a bendecir, a ser un canal del amor y la gracia de Dios. Su alegría más profunda proviene de servir a los demás, de ver el fruto de su entrega.
Jesús mismo lo enseñó en Marcos 10:45: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Si somos sus seguidores, ¿cómo podemos vivir buscando ser servidos? El sacerdocio es un llamado al servicio desinteresado. ¿Qué te impulsa más: recibir o dar?
La Oveja Guarda su Vida, el Real Sacerdocio Sacrifica su Vida por los Demás
Una oveja, ante el peligro, instintivamente busca protegerse a sí misma. Su prioridad es su propia supervivencia. No consideraría arriesgar su vida por otra oveja, su naturaleza no es de sacrificio.
El Real Sacerdocio encarna el principio más elevado del amor: el sacrificio. Entiende que la verdadera vida se encuentra al darla, no al aferrarse a ella. Está dispuesto a renunciar a sus propios deseos, comodidades e incluso a su propia seguridad por el bienestar de los demás y por el avance del Reino. No es una vida de auto-preservación, sino de auto-ofrenda.
Juan 15:13 resuena con esta verdad: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Este es el estándar del Real Sacerdocio. No se trata de morir literalmente en cada momento, sino de morir a nuestro egoísmo y nuestra comodidad si el prójimo no está cómodo. ¿Estás aferrado a tu vida, a tus planes, a tus deseos, o estás dispuesto a soltarlos para que la vida de Dios se manifieste a través de ti?
El Despertar de Rey y Sacerdote
La sed que sentías al inicio, ¿la sientes ahora de una manera diferente? ¿Una sed por ser más que una oveja, por despertar al rey y sacerdote que Dios te ha llamado a ser?
Estás diferencias son una invitación a la transformación. No se trata de condenar a nadie que se sienta como una oveja, porque muchos comenzamos allí, bajo la guía amorosa de pastores humanos. Pero Dios nos llama a más. Nos llama a crecer, a madurar, a asumir nuestra verdadera identidad y función en el Reino.
Cada uno de estos puntos es una oportunidad para la reflexión. ¿Dónde te ves hoy? ¿Hay áreas donde aún actúas como oveja, esperando que te lleven, te digan, te sirvan? ¿O estás comenzando a activar el sacerdocio que Dios ha depositado en ti, dependiendo de Él, buscando su Palabra, enfocado en su Reino, actuando, plantado, sirviendo y sacrificando por amor?
Este no es un camino de un día. Es una peregrinación, una constante búsqueda de alineación con el corazón de Dios. Pero el primer paso es el reconocimiento: ¡Soy Real Sacerdocio! Y una vez que esa verdad se arraiga en tu corazón, no hay vuelta atrás. La sed que sentías al principio, esa sed de conocimiento y revelación, se transformará en una sed de acción, de propósito, de manifestar la gloria de Dios en todo lo que haces.
La oveja piensa en salvación, el real sacerdocio piensa en justicia. No es coincidencia que a Jesucristo le digan el león de la tribu de Judá. Comprende que los ovejas jamás reinarán, los leones si lo hacen.
¿Eres una oveja o eres un Real Sacerdocio? La respuesta no solo definirá tu caminar, sino que impactará a todos los que te rodean. Despierta, resplandece, Dios anda buscando adoradores (justicieros), que le adoren en espíritu y en verdad (hacedores de justicia).