1Co 3:6-7: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.”
Amados, ¿entiendes lo que la escritura nos trae con estos versículos?
Fue Dios quien hizo los cielos y la tierra, y es Cristo quien a través del Padre sustenta todas las cosas en Él.
¡PERO!. Fue Abraham quien hizo el altar del sacrificio para su hijo Isaac. Fue Noé quien hizo el arca. Fue Moisés el que viajó de Madián a Egipto a enfrentarse con Faraón. Fue David quien arrojó la piedra a Goliath. Fueron Jeremías y las familias de Israel quienes reconstruyeron los muros de Jerusalén.
Y todas estas cosas que hicieron estos hombres de Dios fueron dirigidas por Jehová.
¡Entonces!. El Padre trabaja, el Hijo trabaja, el Espíritu Santo trabaja, y los que aman a Dios trabajan dejándose dirigir por la voluntad del Dios de Gloria.
La iglesia, los llamados a ejercer el gobierno de Dios en la tierra están llamados a hacer un trabajo.
No es salvarse, Cristo ya lo hizo.
No es guardar la salvación, es extender como reyes y sacerdotes el Reino de los Cielos en la tierra, manifestando a la creación que somos hijos de Dios.
No es esperar un arrebatamiento futuro, Cristo ya nos arrebató para sí, Col 1:13 dice: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”; esto es un hecho espiritual que experimenta al día de hoy todo aquel que hace a Cristo el señor de su vida por amor.
No es ir al cielo, Ap 5:10 dice: “y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
No es padecer una gran tribulación futura, esa tribulación le sobrevino a la generación que desechó a su Mesías y que terminó en el año 70 dc.
Tu trabajo, el mío, es que juntamente con Cristo y dirigidos por Él, destruyamos las obras del mal hasta que todos sus enemigos estén debajo de sus pies.
El Padre hizo y hace su parte.
El Hijo hizo y hace su parte.
El Espíritu de Dios hizo y continúa haciendo su parte.
Y los hombres de Dios que vinieron antes que nosotros hicieron su parte, hagamos entonces la parte que nos toca hacer en esta generación, preparando con diligencia a las generaciones futuras para que ellas sean entendidas, y hagan su parte mucho mejor que como nosotros la hemos hecho.
Un reino no se sostiene a abandonando su territorio, un Reino se sostiene amando a su Rey y derrotando a sus enemigos.
Hoy le hablo a los Pablos y a los Apolos de ésta generación. Nos toca plantar y regar, esa es la justicia que debemos honrar, y el Dios de gloria dará el crecimiento porque toda palabra que sale de la boca de Dios prevalecerá, y la iglesia de Cristo, su esposa, prevalecerá también.
Ocupémonos de saber qué debemos plantar cada uno y cuándo regar, buscando siempre la dirección de Dios en todo tiempo. Esta es la labranza a la que fuimos llamados en Génesis 2:15. Hoy, nuestro trabajo es extender el Edén al que Cristo nos dio acceso hasta cubrir los cuatro rincones de la tierra. ¡Amén!.